Desde el principio de mi estancia en ésta tierra allá por los noventa, me pareció insólito encontrarme con barcos en todas partes durante mis paseos diarios por el campo; algunos esperando volver a navegar alguna vez y otros abandonados definitivamente como recordatorio de una historia antigua y como anticipada advertencia de la subida del nivel del mar a causa del cambio climático que como sabemos ahora, nos azota cada vez con más violencia. También nos advierten de ese cambio los árboles muertos, cada vez más numerosos, ya sea por su estado de abandono ó por los incendios forestales muchos de ellos provocados por intereses financieros, por la irracionalidad de los pirómanos ó por quienes de manera inconsciente, arrojan al campo botellas de vidrio capaces de provocar éste mal por el efecto lupa.
CAMPIÑAS Y BARCOS es pues la metáfora del cambio climático del que todos debemos tomar conciencia urgente.
La actitud que cada cual debe tener ante éste grave problema, ha de conllevar el compromiso firme de no deteriorar más el medio-ambiente, reciclando y cuidando del entorno por la cuenta que nos tiene a todos en especial para legar un planeta habitable a las próximas generaciones con las que tenemos éste compromiso vital.
Cuidar a nuestra tierra más cercana, equivale a cuidar de todo nuestro planeta.
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