Al parecer no llega el presupuesto nacional para cubrirlos, mientras al mismo tiempo el estado, que somos todos, se esmera en rescatar a la banca, autopistas etc. y otros fiascos provocados ó permitidos por los responsables que nos mandan, dejando a éste colectivo olvidado por completo, salvo en época de elecciones esgrimiéndoles promesas con la intención que ya sabemos. A su vez algunos de los responsables de dichos fiascos se enriquecen a manos llenas de manera fraudulenta, causando un grave perjuicio a las arcas públicas, generando así pobreza y sufrimiento en los estratos más vulnerables.
Según los economistas estudiosos de ésta materia, se pierden cada año alrededor de ochenta mil millones de euros por diferentes razones de mala gestión y fraude. Pero volviendo al asunto que nos ocupa que es ese numerosísimo grupo de personas de la tercera edad que sufre junto con otros colectivos las consecuencias de semejante despilfarro, no hay que olvidar que han pasado la vida casi entera trabajando y cotizando para acabar solos y pobres hasta el final.
Creo que el nivel de avance de una sociedad moderna debe medirse entre otras principales razones por cómo tiene a sus ancianos, asunto que nuestro moderno sistema parece haber olvidado.
No debería haber un solo anciano pasando necesidad en la recta final de su vida; es una injusticia flagrante.
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