Sociedad Anónima es un recorrido variopinto por diferentes personajes de la sociedad.

Apostamos por el valor de lo diferente y diverso, en clave de caricatura a veces, otras de reivindicación y denuncia y en la mayoría de los casos como muestrario de la “fauna” que somos los humanos con nuestros defecto y virtudes. Si en algo se distingue nuestra especie y hace que sea interesante y divertida, en la mayoría de los casos, es por lo diferentes que somos unos de otros.

La biodiversidad, fortalece y agranda la vida; apostamos pues por éste valor como un mecanismo natural para nuestro normal desarrollo.

Los materiales reciclados que componen los personajes de esta serie, permiten observar cómo son las entrañas de nuestros aparatos, electrónicos fundamentalmente (ésta curiosidad siempre me persiguió desde pequeño), al tiempo que manifiestan la rápida evolución de la ciencia y la ingeniería, a juzgar simplemente por lo diferente que son los circuitos electrónicos de unas décadas a otras y también los sistemas mecánicos.
La ingeniería tiende en éstos casos a reducir los tamaños, condensando con más énfasis cada vez, resultados más eficaces y potentes. Toda ésta variedad estética, producto de tan sólo unas décadas otorga, a mi entender, belleza y atractivo a éstos materiales que considero perfectos para darles al menos un segundo uso. ¡Va por ti PLANETA!

A veces me llegan aparatos para desguazar, completamente nuevos ….ah! ya caigo …la obsolescencia programada de la que tanto se habla ahora, para nada.
Cerca de la calle donde vivía en Madrid, recuerdo hace años, había un tallercito por Chueca, de esos que ya casi no se ven, donde te arreglaban cualquier aparato averiado; ahora éstos últimos los encuentras tirados en la calle, seguramente con una avería mínima producida por el “chip destroyer”, por llamarlo finamente.

Tiempo atrás me asombraba cuando un amigo que volvía de Arabia Saudita ó Los Emiratos, no recuerdo bien, me contaba entonces, que veía éstos aparatos nuevos abandonados en la calle; era mejor comprarlos otra vez, que arreglarlos; ahora, a veces, incluso es más barato comprarlos nuevos que arreglarlos, como bien sabemos. ¿…?
Ah!, ese despilfarro contaminante y sin sentido ha llegado también a Occidente.

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